Tiene diecinueve años y el pelo despeinado. Dos remolinos indomables y unos tejanos que le quedan demasiado apretados. Anda por la facultad sin apuntes y con la nostalgia puesta. Entre clases toma café solo sin azúcar y nunca habla con nadie. Leer más
Se acercó con cautela, con el vértigo del que teme la caída antes de haber caído. Miró hacia abajo, allí donde el suelo se perdía, las figuras se difuminaban y todo se convertía en una masa de hormigón gris. Leer más