Por Rodrigo Andreu — Se encontraron de golpe, como se encuentra la gente interesante. Y no había nada programado. Improvisar era el [...]
La joven cerró la puerta muy lenta y silenciosamente. Mientras la cerraba, iba desdibujando recuerdos y los guardaba en el último cajón de su memoria. Al cerrar finalmente la puerta, se sentó delante de su balcón y sus ojos se centraron en el frío y otoñal paisaje. Pasó un pájaro, pasaron dos, pasaron cinco y luego ocho. En algún ángulo de la realidad, pensaba la joven, cada pájaro podría representar a personas que ya no quiero en mi vida.
Si continúas navegando, aceptas nuestras cookies y las de terceros, no necesarias para la navegación, con finalidades de afiliación, analíticas, publicitarias y comportamentales. Más Información sobre la política de cookies ACEPTAR