Aquella noche, salió a pasear con su madre, y ella le dijo: ¿ves esa estrella? La que más brilla, ahí de frente a la derecha.
Su hija asintió. Sí, es las más bonita.
Pues esa, será nuestra para siempre: cuando estés lejos, o cerca, da igual, mírala y cuéntale lo que quieras.
En ese mismo momento, me lo estarás contando a mí también. Y siempre, estaremos conectadas. Y siempre nos alumbraremos mutuamente.
(Un anochecer, en Italia, desde la ventana de su habitación, miró algo que brillaba entre las rendijas: era la estrella. Entonces sonrió y lanzó un: “buenas noches, mamá. Yo también te quiero”)
Desde España, su madre, justo estaba haciendo lo mismo.
¿Sabéis? Cuando dos corazones están conectados, no existen distancias.
Dulces sueños. Y que se hagan realidad.