En el artículo anterior observamos cómo se combina la ironía con la brevedad en la literatura española para dar lugar una doble mirada sobre la realidad. Hicimos un recorrido por algunos de los relatos que mejor reflejan la mirada de denuncia social/política/histórica, en las siguientes líneas me centraré en mostrar cómo se lleva a cabo la visión cruda y descarnada (descreída) de nuestra realidad en la literatura española a través de una serie de microcuentos.
La mirada descreída
Se relata una situación habitual, cotidiana, casi estereotipada pero desde un ángulo o perspectiva que da un giro porque observa las consecuencias, las situaciones, los personajes, la relación con los sueños, deseos o ideales como si tuvieran entidad propia y se despojaran de las circunstancias que los rodea, como veremos a continuación:
- Nunca se sabe
De las cuatro ruedas del coche, había una que giraba al revés. Pero era la buena, porque intentaba alejarnos de una curva que nos destrozó a todos.
Pere Calders. 1912-1994
- Confesión
Mi novia me dijo que un pecho sí, pero que el otro no, porque lo tenía apalabrado. Colérico y egoísta, perdí el único que quedaba disponible.
Pere Calders
- Una miradita al futuro
Un hombre dudaba entre casarse o no con su novia de toda la vida, con la que llevaba ya seis primaveras. Para hacerse una idea le pidió a un adivino que le mostrase en su bola de cristal cómo estaría ella al cabo de dos años. La bola le mostró una imagen de su novia con al menos treinta kilos de más.
Ante semejante visión, el hombre decidió abandonar a su novia, a su esbelta novia de toda su vida, y ésta, desesperada, sintiéndose morir, rechazada por el amor de su vida, empezó a comer y comer como una loca.
Roberto Malo. Zaragoza- 1970
- Cuento casi sufí
Recogí a un vagabundo en la carretera. Me arrepentí enseguida. Sus harapos ensuciaron la tapicería de mi coche. Pero Dios premió mi acto de caridad y convirtió al vagabundo en una bella princesa. Ella y yo pasamos la noche en un motel. Al amanecer me desperté en brazos del maloliente vagabundo. Y comprendí que Dios nos premia con los sueños y nos castiga con la realidad.
Gonzalo Suárez. Asturias- 1934
- El globo
Mientras subía y subía, el globo lloraba al ver que se le escapaba el niño.
Miguel Saiz Álvarez. Bilbao-1974
- Huida
Antes de caer pude ver cómo mis sueños se escapaban rápidamente por los pasillos del metro.
Ricardo Reques. Madrid-1967
- El suicida
A la altura del sexto piso se angustió: había dejado el gas abierto.
José María Peña Vázquez
Hasta aquí el artículo de hoy sobre la ironía en la literatura española, más concretamente, sobre otra manera de observar la realidad, menos abiertamente que en una denuncia explícita, tal vez, más sutil quizás, pero no por ello menos cruda. Todo ello, en la forma literaria más breve que poseemos: los microcuentos.