Aquella niña, perdió a sus padres en cuestión de meses y antes de su matrimonio. Y aun cada día que pienso en ella, solo puedo acordarme de su sonrisa, de su optimismo y de su vitalidad.
Siempre permanentes. Una de las lecciones de vida más grande las da ella sin saberlo. Las da ella con su energía y empujando a los demás siempre a seguir adelante pese a las grandes derrotas. Muchas veces no nos damos cuenta de la “mochila” que algunos llevan a sus espaldas, pero sobre todo no nos percatamos de cómo la llevan.
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